En el tiempo Pascual, cerca del VI Domingo, la Liturgia nos lo recomienda, celebrar la Pascua del Enfermo, un momento fuerte en la vida de cada persona. Cada uno de nosotros: enfermo, familiares y personas que prestan los debidos cuidados a quienes sufren, somos presencia especial de Cristo que sufre.
Es tiempo de descalzarse ante el misterio de amor de Dios por nosotros, que nos da valor, nos infunde esperanza, mientra caminamos hacia el encuentro.
Es tiempo de acercarnos con ternura a los que necesitan atención, llevándoles la esperanza y la sonrisa de Dios, aun en medio de las contradicciones y la oscuridad del mundo.
Es tiempo de mirar a María, modelo de ternura y caridad respetuosa y delicada, que atenta a la voz de Dios y a las necesidades de los hombres, ejerce el apostolado de la misericordia con cada uno de sus hijos, permaneciendo al lado de nosotros.
Deseamos hoy experimentar este encuentro con la misericordia divina, a través del signo sacramental que nos hace encontrarnos con el Dios de la Vida, y eso es lo que ha experimentados nuestros residentes en el día de hoy, aquí os dejamos con un pequeño recuerdo.
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