En esta jornada el Papa nos invita a toda la Iglesia a dar respuesta al grito a veces silencioso de los pobres, viviéndola como momento privilegiado de nueva evangelización.
Los pobres nos evangelizan, ayudándonos a descubrir cada día la belleza del Evangelio.
La jornada Mundial de los Pobres no es una jornada para hacer una colecta más en favor de los pobres. No es tampoco una jornada para hacer algo "por" los pobres, sino "con" los pobres.
Tras la proclamación de la Palabra, a través del salmo 34, vemos los verbos de actitud del Pobre.
Gritar, condición de pobreza que no se agota en una palabra, sino que se transforma en un grito que atraviesa los cielos.
Responder, su respuesta, como se muestra en toda la historia de la salvación, es una participación llena de amor a la condición del pobre.
Liberar, vive con la certeza de que Dios interviene en su favor para restituirle la dignidad. Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación.
Al ponernos al servicio de los pobres, nos convertimos en instrumentos
en las manos de Dios para que se reconozca su presencia y su salvación.
No necesitamos ir a buscar pobres a la calle. Cada uno de nosotros es un
pobre ,un necesitado del amor, de la ayuda del que tiene viviendo con él bajo
el mismo techo. Imponemos las manos, para bendecir al "pobre" y para que el Señor escuche nuestra súplica y nos sepamos ayudar y comprender unos a otros.
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