¡Paz y Bien!, hace
tan solo unos días, con la celebración del Miércoles de Ceniza, dimos comienzo
a este tiempo litúrgico tan intenso en la vida de la Iglesia: la Cuaresma.
La Cuaresma, como
su nombre indica, son cuarenta días de preparación para la Pascua. Es como el
entrenamiento, un tiempo en el que el Señor y la Iglesia nos ayudan para
“limpiar” y “quitar” de nuestra vida aquello que está estropeado. Dice el Papa
Francisco que “es tiempo propicio para afinar los acordes disonantes de nuestra
vida cristiana y recibir la siempre nueva, alegre y esperanzadora noticia de la
Pascua del Señor”, “es un camino en el que hemos de poner especial atención a
todo aquello que pueda enfrían y oxidar nuestro corazón creyente”.
Hemos escuchado el Evangelio
de las Tentaciones de Jesús en el desierto. Como Él, también todos nosotros,
somos tentados muchas veces, y aunque no caigamos en la cuenta, la mayor de las
tentaciones se dan en las cosas cotidianas, en el día a día, y es ahí donde se
siembra la desconfianza. Nos
preguntamos entonces: ¿dónde está Dios?
¿Qué hace Dios por mi?... esto nos lleva a que el Amor se enfríe, nos vamos
cansando de hacer el bien, de cuidar los pequeños detalles de amor y caridad
entre nosotros, de encuentro con Dios.
Por eso, el Papa Francisco nos envía un mensaje a toda la Iglesia, para
ayudarnos a reflexionar y profundizar como preparación a la Pascua.
“Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la
mayoría”.
Tenemos que
aprovechar este tiempo de Cuaresma, un tiempo importante para mirar nuestro
corazón, ver qué cosas están sucias, y limpiarlas, desandar el camino que nos
alejó de Dios. Para ello el Papa nos da tres claves: ¿cómo recorrer este camino hacia Dios?
1º.- “Detente”: Detenernos a qué: a la necesidad de ser los
primeros, a creernos mejores que los demás, a querer controlarlo todo y que
todo se haga como yo quiero, a hablar siempre y no escuchar,… Nos detenemos
para mirar y contemplar…
3º.- “Vuelve”: Vuelve a la Casa del Padre… Vuelve a Dios, porque es tiempo de dejarse tocar el corazón, de agradecer al Señor cuanto ha hecho por nosotros, de dejarse perdonar y abrazar.
Y para recorrer este
camino, cada año la Cuaresma nos pone unos medios,
medios que todos sabemos y que el Papa nos recuerda con énfasis:
n Oración: para poner nuestra vida la luz de Dios, que Él ilumine las tinieblas
y haga brillar lo bueno que Él mismo ha puesto en nosotros. Tenemos tanto por
lo que orar, tanto que ofrecer, tantas personas por quien interceder,…
n Ayuno: quizás por nuestra situación no podemos ayunar en la comida, pero
cuantas veces podemos ayunar de nuestro propio yo, de querer ser los primeros,
del afán por ser el centro,… ayunar de aquello que me entretiene y me cierra a
los demás.
Si Jesús nos pide volvernos a la Casa del Padre, si hemos descubierto
cuánto nos ama y cómo nos ama… podemos rezar el Padrenuestro, la oración de los
hijos de Dios, y podemos hacerlo acogiendo a cada hermano, tendiendo la mano y
aceptando al otro como es, como Dios me lo regala, como yo soy también.
Por eso, nuestro gesto en este I Domingo de Cuaresma y nuestra
plegaria, va a ser la oración del Padrenuestro.
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