"Pedid y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca encuentra, y a quien llama se le abre".
Señor, mírame postrado ante tus plantas suplicándote me concedas lo que necesite.
A Ti acudimos, oh Corazón de Jesús, porque en Ti encontramos
consuelo, cuando afligidos y perseguidos pedimos protección; cuando abrumados
por el peso de nuestra cruz, buscamos ayuda; cuando la angustia, la enfermedad,
la pobreza o el fracaso nos impulsan a buscar una fuerza superior a las fuerzas
humanas.
Creo firmemente que puedes concederme la gracia que imploro,
porque tu Misericordia no tiene límites y confío en que tu Corazón compasivo
encontrará en mis miserias, en mis tribulaciones y en mis angustias, un motivo
más para oír mi petición.
Quiero que mi corazón esté lleno de la confianza con que oró
el centurión romano en favor de su criado; de la confianza con que oraron las
hermanas de Lázaro, los leprosos, los ciegos, los paralíticos que se acercaban
a Ti porque sabían que tus oídos y tu Corazón estaban siempre abiertos para oír
y remediar sus males.
Sin embargo... dejo en tus manos mi petición, sabiendo que
Tú sabes las cosas mejor que yo; y que, si no me concedes esta gracia que te
pido, sí me darás en cambio otra que mucho necesita mi alma; y me concederás
mirar las cosas, mi situación, mis problemas, mi vida entera, desde otro
ángulo, con más espíritu de fe.
Cualquiera que sea tu decisión, nunca dejaré de amarte,
adorarte y servirte, oh buen Jesús.
Acepta este acto mío de perfecta adoración y sumisión a lo
que decrete tu Corazón misericordioso. Amén.
Se rezan un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria... y se
repite tres veces la jaculatoria: "Sagrado Corazón de Jesús, en Ti
confío".
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