En febrero de 1885, el señor Obispo de
Málaga les concede el permiso para hacer los votos perpetuos. Y Sor Carmen, con
esa intuición que tienen los santos, renuncia a ello humildemente…; los harían
temporales.
Después… no todas perseveraron.
Sin embargo, Dios empieza muy pronto a
hacerles ver que la
Consagración a Él no es verdaderamente eficaz sino en
medio del sacrificio. A los pocos días, el Padre Bernabé es trasladado a
Pamplona; dejaría de alentarlas con su presencia. A distancia rezaría por ella
y daría a conocer la
Congregación por otras regiones.
Es lógico que en la Victoria se sintiera
la noticia. Sólo unos ojos esclarecidos por la fe podrían abarcar la verdadera
dimensión de aquel acontecimiento. Y ahí está Madre Carmen demostrando su
temple, como en tantos momentos cruciales de su vida.
Convenía que se viera palpable que la obra
era de Dios, que Él se ocupaba directamente de sostenerla.
Cierto. A finales de aquel año eran ya
veintiséis las religiosas en la Victoria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario