¡¡Déjate empapar de SU AGUA VIVA!!
¡Paz y Bien! En este tercer
Domingo de Cuaresma, el Señor nos invita a adentrarnos en un diálogo, un
diálogo que puede cambiarnos la vida. La Iglesia, como Madre buena, nos
presenta el Evangelio de la Samaritana, si en los Domingos anteriores nos
mostraba a Jesús que viene a hacer la voluntad del Padre por encima de todo, y
nos invitaba a ser cada uno de nosotros también reflejo de Su Amor. Hoy quiere
que descubramos la necesidad más profunda que tiene nuestro corazón: ser
saciados por el Agua viva de Cristo, quitar de nosotros lo que nos aleja de Él
y dejar que llene nuestro corazón y nuestra vida.
San Juan es extenso en detalles, en este Evangelio. Nos dice que Jesús llegaba cansado del camino…, que era mediodía, y que llega una mujer, samaritana, a una hora, no muy apropiada para sacar el agua, un poco a escondidas, cuando menos la ven.
Y Jesús le pide de beber. La mujer se sorprende, no de la petición, sino de qué le dirija la palabra. Y en ese diálogo Jesús le hace una propuesta, propuesta que le va abriendo el corazón, hasta dejarlo al descubierto y llegar a exclamar: “Dame de esa agua, así no tendré más sed”.
Hoy, se nos ha repartido a todos un trocito blanco de papel. El blanco representa la limpieza, la pureza, un papel blanco guarda un proyecto por descubrir, por realizar. Así es nuestra vida: un papel en blanco en el que el Señor puede escribir, sin embargo, muchas veces, nosotros mismos estropeamos ese proyecto, ese ideal, ese sueño de Dios para cada uno de nosotros…
El pecado, el mal que se nos pega y por el que nos dejamos llevar, hace que ese sueño de Dios sobre cada uno de nosotros no llegue a ser tal. Reconozcamos ahora cuándo nos pasa esto… Abramos el corazón ante Jesús como lo hizo la samaritana:
Ira Malos modales Discordias
Imprudencias Críticas
Peleas Rencor Malos
pensamientos Egoísmo Juicios Faltas de caridad Envídias
Tristezas
Falta de fe
Querer ser los primeros Odios Perezas
Dureza de corazón Injusticias Desconfianzas
Ahora, desde el silencio
de nuestro corazón le pedimos a Jesús, que vuelva a restaurar en nosotros “su
sueño”. Ponemos a los pies de Jesús, en la cruz, nuestros trozos de papel, y
tras esta reflexión que nos va a ayudar a prepararnos a la celebración
penitencial de este tiempo de Cuaresma, nos dejaremos llenar de Su Amor.
Jesús nos sigue ofreciendo Su Agua Viva, Su amor, por
eso, como un gesto significativo de este momento, vamos a ser signados con agua
bendita.
Al ser signados con la
cruz de agua bendita escucharemos del animador las palabras:
“Jesús, te da el agua viva de Su Amor”.